Sinopsis
Dentro de los aviones se congregan decenas de personas en una situación no siempre cómoda -incomunicados y suspendidos en el aire- que pueden vivir escenas tragicómicas. David Wachtel (Nueva York, 1976) ha querido recopilar en “Anécdotas de azafatas” esas tensas e intensas experiencias que viven los auxiliares de vuelo en un libro que parte de lo llamativo de la historia, pero que retrata con cierta hondura la soledad o el desarraigo de una profesión sacrificada, aunque con recompesas como los buenos sueldos o el turismo gratis.
Unas perlas del librito....
Durante un vuelo la azafata se acerca a un hombre que despotrica visiblemente molesto:
—¡Estoy hasta los cojones de esta aerolínea! ¡Siempre me toca el mismo asiento, nunca puedo ver la película y como las ventanillas no tienen persiana tampoco puedo dormir porque me jode el sol!
Y la azafata, con el tono en que se calma a un niño engreído le responde:
—Ya, ya... deje de quejarse y aterrice de una vez, comandante.
_________
Luego está la del piloto que les quiere jugar una pasada a las azafatas y que anuncia durante el mensaje de bienvenida:
—Estamos sumamente complacidos de tener en nuestro equipo a algunas de las mejores auxiliares de vuelo de todo el sector. Desafortunadamente ninguna de ellas se encuentra a bordo de este avión.
Dentro de los aviones se congregan decenas de personas en una situación no siempre cómoda -incomunicados y suspendidos en el aire- que pueden vivir escenas tragicómicas. David Wachtel (Nueva York, 1976) ha querido recopilar en “Anécdotas de azafatas” esas tensas e intensas experiencias que viven los auxiliares de vuelo en un libro que parte de lo llamativo de la historia, pero que retrata con cierta hondura la soledad o el desarraigo de una profesión sacrificada, aunque con recompesas como los buenos sueldos o el turismo gratis.
Unas perlas del librito....
Durante un vuelo la azafata se acerca a un hombre que despotrica visiblemente molesto:
—¡Estoy hasta los cojones de esta aerolínea! ¡Siempre me toca el mismo asiento, nunca puedo ver la película y como las ventanillas no tienen persiana tampoco puedo dormir porque me jode el sol!
Y la azafata, con el tono en que se calma a un niño engreído le responde:
—Ya, ya... deje de quejarse y aterrice de una vez, comandante.
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Luego está la del piloto que les quiere jugar una pasada a las azafatas y que anuncia durante el mensaje de bienvenida:
—Estamos sumamente complacidos de tener en nuestro equipo a algunas de las mejores auxiliares de vuelo de todo el sector. Desafortunadamente ninguna de ellas se encuentra a bordo de este avión.
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