por JuanDeLezo » 15 Sep 2016, 10:44
"Terror en Fontenay", de Alejandro Dumas
Dumas amaba las historias de terror. Para comprobarlo, basta con echar un vistazo a Les Mille–et–un fantômes: Une Journeé à Fontenay–aux–Roses, libro del que parte el título que nos ocupa.
Definida por algún crítico como el Decameron de los cuentos terroríficos, la obra abarca relatos tan sugestivos como La Femme au Collier de Velours, Les Mariages du Père Olifus, Le Testament de Monsieur de Chauvelin, Un Dîner Chez Rossini, Les Deux Etudiants de Bologne y Les Gentilshommes de la Sierra–Morena.
Para escribir esta colección de historias de miedo, Dumas se inspiró en la Histoire des Fantômes et des Démons (Paris, 1819).
Dedicado al Duque de Montpensier, el libro apareció por entregas en "Le Constitutionnel" sin esa dedicatorias, que sí figura en la primera edición (París, Cadot, 2 vols., 1849) y en la primera edición ilustrada (París, Marescq et Cie., 1 vol., 1853).
"Alejandro Dumas (padre) –escribe Domingo Santos en la edición de Laertes– está siempre recordado a través de sus novelas inmortales, que son reeditadas una y otra vez en todo el mundo: Los tres mosqueteros, El conde de Montecristo, El vizconde de Bragelone... pero que, en su conjunto, no superan la docena. Sin embargo, Dumas tiene censados en su haber más de trescientos libros (sin contar sus obras de teatro), en las que se acumulan las impresiones de viajes, los ensayos, los estudios históricos y biográficos y las novelas. Y a ellos habría que añadirles los numerosos folletines y colaboraciones periodísticas que no llegaron a ver nunca la luz en forma de libro.
Porque la obra de Dumas, más allá de lo poco que conocemos de ella, es realmente inmensa. Plagiario impenitente (contra el que nada pudieron hacer pese a sus repetidos intentos los que se consideraron perjudicados –Florentin, Retif de la Bretonne– y que siempre tenía el raro y difícil talento de mejorar el original), escritor a sueldo, capaz de tocar cualquier tema con tal de que se lo pagaran (no siempre demasiado bien), su producción abarca todos los géneros posibles, e incluso algunos que nadie se hubiera atrevido a imaginar".
"Como el terror –añade–. Una parte no desdeñable de la producción de Dumas está llena de espectros... los espectros de su propia realidad social, los aparecidos que atormentaban en su época. Una galería importante de ellos se halla reunida en este libro: la cabeza guillotinada que sigue sintiendo, viviendo y sufriendo después de separada del cuerpo, el ajusticiado que regresa de la tumba para cobrar tributo de su ajusticiador, la venganza de la realeza tras la profanación de las tumbas reales en el reinado del terror, el ajusticiado que reconquista la gracia de Dios tras su lucha contra el demonio, el vampirismo y la posesión, encarnados en el desolado paisaje de los Cárpatos... En total, siete relatos magistrales de terror, unidos entre sí por una jornada de caza de la que es protagonista el propio escritor, y en los que Alejandro Dumas se nos muestra, como en sus más célebres novelas, un consumado maestro de la narrativa".
"Hijo de un mulato –escribe Edmon Vallés– a quien la Revolución convirtió en general famoso –compañero de Hoche, de Kléber, de Bonaparte–, Alejandro Dumas creció más allá de la tremenda siega de vidas impuesta por la aventura napoleónica. Por tradición familiar debía ser y fue republicano; por temperamento, romántico; y precisamente en un momento en que, como dice cierto personaje de Balzac, –los realistas eran románticos y los liberales clásicos–. ¿En qué medida influyó Dumas en el deslizamiento de los románticos hacia la izquierda, movimiento que se inicia en 1830 y que en 1848 ya se había consumado? Su ejemplo fue vital (...). Pero no cabe duda de que cuando el pueblo parisiense se lanzó a la calle, en julio de 1830, Dumas era una de las figuras más destacadas de la joven literatura: su drama Enrique II y su corte abre el camino al romanticismo escénico. (Se estrenó un año antes, el 11 de febrero de 1829, que Hernani, aunque la polémica desencadenada por la obra de Víctor Hugo se haya enseñoreado de las historias de la literatura.) No cabe duda de que su actuación fue notoria; la inmensa fama de que gozó durante la tercera y cuarta décadas del siglo contribuyó a que muchos de sus colegas adoptaran una nueva actitud frente a no pocas realidades sociales y literarias" Edmon Vallés, "Dumas revolucionario", Historia y Vida, nº 81, diciembre de 1974).
La gratitud en silencio no sirve a nadie. A ver si participamos más.